Este libro nace por una necesidad imperiosa de ponerme en primer lugar. Dejar atrás anhelos, tristezas, quejidos heredados o impuestos y que yo, en un momento determinado, acepté como míos.
Durante el confinamiento, en esa rutina cotidiana, en ese hartazgo silencioso, intenté que la aspiradora se tragara mi impotencia, que los trapos borraran del reverso de mi piel toda mi frustración y que el olor a limpio de la ropa tendida me recordara que todavía había una posibilidad de salvarme del ruido hiriente, una posibilidad de pertenecerme.
En esos días, decidí “quitarmepenas” escribiendo poemas.
Me comprometí conmigo misma, me comprometí a serme fiel.
Empecé a priorizarme.
Mi casa dejó de estar impoluta, pero bailé muchas más veces desnuda y salté cada día sobre las sábanas arrugadas de mi cama sin hacer.
Empecé a caminar en sentido opuesto, en mi sentido.
Ahora sigo caminando…caminando…caminando por mi destiempo en un perfecto desequilibrio mientras me tomo mi café con leche de almendras e invento poemas; poemas míos, poemas ahora también tuyos, poemas que quizá un día bailemos en un amanecer con cascadas de fondo.
Puedes escuchar algunos de los poemas haciendo click en su nombre.
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